martes, septiembre 06, 2005

PATERNIDAD: EGOÍSMO INMISERICORDE

No hay amor más puro que el de los papás hacia los hijos. Excepto en embarazos no deseados o cuando es el octavo hijo de una familia estrato 0.
Todo se hace en función de los hijos. Se estudia una carrera que pa' darle un mejor futuro a los hijos, se trabaja que pa' sacar adelante a los hijos, se conserva el medio ambiente que pa' los hijos y que pa' los nietos..., en fin, tan considerados los humanos, cómo quieren a sus hijos.
Si de verdad quisieran tanto a sus hijos, no los tendrían! El amor que siento por mis hijos (inexistentes) es tan grande, que es un improperio tan sólo pensar en traerlos a un planeta habitado por gente inmunda, para que en cuestión de una terna de lustros pasen de ser niños cordialitos y calidosos, a adultos desagradables rebosantes de defectos, con valores truncados y materialistas, y lo que es peor, con la posibilidad de convertirse en políticos o empresarios, o peor aún, en pólíticos empresarios.
Tener hijos no es un acto de amor desinteresado. Es un acto obsceno de egoísmo y autocomplacencia en la que se va a la fija: Por un lado es rico saber que se va a querer a alguien incondicionalmente sin peligro de divorcio o separación de bienes (aunque casos se han visto, cuando el humanito crece y se percata de que puede sacar provecho económico de sus padres) y por el mismo lado es rico saber que una criatura lo va a querer a uno sin importar el número de muendas que se le den (hasta que el humanito crece y se da cuenta que sus papás son, al igual que él, otros asquerosos humanos que no tienen ni idea de dónde están parados).
Concebirlos es otra busqueda personal de gratificación y de placer, digna de producciones cinematográficas especializadas en el género. Es algo tan placentero, que los humanos osan insisitr en hacerlo, aún sabiendo el dolor que le espera a la mujer en el parto y al hombre en la cuenta del hospital.
En mi desafortunada condición de humano me es irresisitible querer tener prole. Sé que algún día tendré que satisfacer mi gana y estaré contento, en medio de mi autoreproche y desprecio.